La niebla es un espejo vacío reivindica la ambición literaria de las novelas de espías con su desfile de personajes dramáticos en los escenarios más distintos en los que se entrecruzan y se enmarañan los hilos de la trama: la alta sociedad europea, los pueblos donde no pasó nada en milenios, la sordidez de las cárceles, la "nomeklatura" rusa, los servicios secretos judíos, Etiopía, los intelectuales, los psicoanalistas, los policías. En un lenguaje duro, lleno de matices y de sugerencias y también poético, desde las primeras páginas se advierte que se trata del relato de un moribundo o de un náufrago en la inmensa soledad de su conciencia.