Sinopsis de LA NAUSEA

La novela que encarna de forma más emblemática la corriente de pensamiento existencialista fruto de la atroz experiencia de la Primera Guerra Mundial y sus funestas consecuencias. Después de haber pasado unos años viajando, Antoine Roquentin, hombre de treinta años que disfruta de una modesta renta, se halla instalado en la ciudad portuaria de Bouville dedicado a escribir un libro sobre un turbio aristócrata del siglo XVIII. Sin embargo, un día se ve asaltado por una sensación desconocida, la Náusea, cuya revelación como el sentimiento radical de la contingencia y la soledad del ser humano cambiará por completo su vida de sentido.

26 reseñas sobre el libro LA NAUSEA

¿Se puede hacer una reseña de “La náusea” (1938) analizándola como pieza literaria sin hacer al respecto un análisis filosófico? Es muy difícil porque más de uno me dirá que justamente esa es su mayor fortaleza . Sin embargo no hablaré del existencialismo, ni referiré construcciones idiomáticas complejas para lograr un aire de intelectualidad (no tengo complejos). Se puede decir que el libro es el relato de un diario de un escritor Antoine Roquentin, que se muda a Bouville para hacer una investigación sobre el Marqués de Rollebon. Ese diario relatado en primera persona cuenta la vivencias de provincia de Antoine y sobre todo se destaca la relación con dos personajes, el autodidacta y Anny su historia de amor discontinuada y rara. Abundan la descripciones y los juicios de valor sobre el prójimo (algunos son muy divertidos por lo ácido de las observaciones) y también sobre si mismo. Descripciones sobre estados de ánimo, juicios de valor sobre actitudes. Muchas consideraciones sobre la razón o no de la propia existencia, sus consecuencias y su naturaleza. creo que para la época seguramente fue un impacto revolucionario. Significó otra valoración de la propia existencia (en una Europa donde la vida no valía mucho). Dicho esto, nadie se ofenda por favor, se me hizo muy agotador leerlo. Incansables descripciones y una nube negra que recorre todo el libro y acompaña al lector. Aclaro, antes que digan “no lo entendió”....no me considero un bárbaro (paradójicamente mi formación de postgrado es de una universidad francesa ) pero no lo disfruté mucho y no siento que pierda capacidad intelectual o autoestima por decirlo. Nota: no lo lean un domingo por la tarde o luego de escuchar un mensaje del ministro de economía. Después no digan que no se los advertí!!!!


Es un descenso al pesimismo, al existencialismo, al absurdismo. El libro esta escrito en forma de diario por parte de nuestro protagonista Antonie Roquentin. Es una dura critica a la monotonía de la vida y de como el ser humano dota de sentido el sin sentido para sentirse un poco mejor o por lo menos no tan tristes. La nausea es la sensación que le provoca la vida en si, la gente, y todo lo que rodea la existencia, incluso un vaso de agua. En algún momento parece mostrar esperanza al ver en el amor una salvación, al citarse con quien en algún momento comparto pensamientos y carne, pero se da cuenta que ya no seria como antes, que las cosas habían cambiado, que estaba condenado, que no podía escapar. El absurdismo es una enfermedad incurable, que estará contigo como una sombra por el resto de tus días.


Libro desesperantemente lento, y no pienso ganarme amigos solo por alabarlo a pesar que en la realidad me desesperó. Se que Sartre tiene muchos seguidores que saborean el existencialismo y el pesimismo que este libro transmite con el personaje, quien al investigar la vida del marqués de Robellon va viviendo una línea de existencia hacia un vacío tremendo, queriendo contagiar al lector de su náusea por la vida que está viviendo en ese momento. No gracias, no soy de esta línea.


Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad. Me dejé ir hacia atrás y cerré los párpados. Pero las imágenes, en seguida vigilantes, saltaron y vinieron a colmar de existencias mis ojos cerrados: la existencia es un lleno que el hombre no puede abandonar. Jean-Paul Sartre escribió esta obra en 1931 cuando tenía 26 años. Esta novela es el referente del existencialismo y la filosofía del absurdo de la existencia. La historia habla de Antoine Roquentin, quien después de haber viajado por el mundo, conocer algo parecido al amor y tener un ingreso estable, determina que los caminos que podría seguir ahora serian irrelevantes, ya que terminaría siempre en la nada y hastiado de todo, ejemplo bastante claro del existencialismo, donde su propia existencia como ser humano determina su esencia y no al revés. Aunque Roquentin pueda verse en ocasiones como un pesimista, en realidad es solo por breves periodos, antes de encontrar su “lugar” dentro de lo absurdo que resultaría seguir vivo o morir, la vida de Roquentin y de la humanidad está vacía en general. ¿Y qué es la náusea? Fundamentalmente, un sentimiento de contingencia, el saber que podrías no existir y no pasaría nada. Roquentin se ve como un objeto más arrojado en el universo, sin sentido, sin que aspecto alguno lo diferencie de la nada. Es la nada la que atrae a Roquentin, el absurdo, el sentirse sin privilegios en la existencia. No es el absurdo un modo de encontrarse en medio de todo lo que existe, sino la capacidad (o incapacidad) de darle orden a todo aquello. Esta novela está escrita tan magistralmente que resulta interesante, aun cuando nuestro conocimiento sobre filosofía sea vago, el libro no resulta en ningún momento aburrido o tedioso, considero que es una excelente recomendación para acercarse un poco al existencialismo y dejar de lado por un momento la visión pragmática de autores contemporáneos.


Un clásico imperdible. Cuando la náusea es la propia existencia, cuando el espacio ya no es un lugar de encuentro, cuando lo esencial es la contingencia, ese tremendo poder ser o no ser, ese absurdo estar de más. “Éramos un montón de existencias incómodas (…) no teníamos la menor razón de estar ahí, ni unos ni otros”. Cada tanto lo releo y Sartre me impacta del mismo modo. Un grande.


Un libro que exige tiempo y concentración. No es un libro que se lea de forma ligera y requiere que se tenga conocimiento previo sobre el autor y sobre el existencialismo. Lo genial, en lo personal, del libro es que te encuentras bombardeado de descripciones, te identificas con el personaje y en el momento oportuno Sartre comienza con su rollo filosófico. Una de las mejores citas dice: "Lo esencial es la contigencia. Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad. Existir es estar ahí, simplemente; los existentes aparecen, se dejan encontrar, pero nunca es posible deducirlos. Creo que hay quienes han comprendido esto. Sólo que han intenado superar esta contigencia inventando un ser necesario y causa de sí. Pero ningún ser necesario puede explicar la existencia; la contigencia no es una máscara, una apariencia que puede disiparse; es lo absoluto, en consecuencia, la gratuidad perfecta. Todo es gratuito: ese jardín, esta ciudad, yo mismo. Cuando uno llega a comprenderlo, se le revuelve el estómago y todo empieza a flotar, (...); eso es la Náusea" Por último, una pequeña posible semejanza entre la náusea de Sartre y la angustia de Heidegger es que son irreflexibas, no es algo que se nos presenta a través de la intelección; por el contrario, se presenta de una manera visceral, emotiva, repentina y abrasadora.


Leyendo la Obra crítica de Julio Cortázar encontré esta interesantísima crítica y análisis que hizo de esta novela en la revista Cabalgata Año II, No. 15, de enero de 1948: "La náusea, por Jean-Paul Sartre. Traducción de Aurora Bernárdez (la primera esposa de Cortázar y heredera de su obra). Editorial Losada, Buenos Aires. (leí la XIX edición hace más de cuarenta años). Hoy, que sólo las formas aberrantes de la reacción y la cobardía pueden continuar subestimando la tremenda presentación del existencialismo en la escena de esta posguerra y su influencia sobre la generación en plena actividad creadora, la versión al español de la primera novela de Sartre mostrará a multitud de desconcertados y ansiosos lectores la iniciación hacia lo que el autor llamó posteriormente «los caminos de la libertad», caminos que liquidan vertiginosamente todas las formas provisorias de la libertad y que ponen al hombre comprometido existencialmente en la dura y espléndida tarea de renacer, si es capaz, sobre la ceniza de su yo histórico, su yo conformado, su yo conformista. Limitándose a lo que La náusea ofrece como novela (aunque esta escisión es falsa y sólo aceptable en una rápida reseña), no se tardará en advertir la maestría de Jean-Paul Sartre en el manejo de una narración que comporta incesantemente las más sutiles intuiciones, los descensos más abisales al centro de esa revelación que constituye el martirio y la exaltación de Antoine Roquentin: el hallazgo del existir como pura contingencia, como absurdo al cual se debe dar —si se puede— un sentido. Las páginas en que Roquentin se siente excedido por la náusea, signo objetivo de la destrucción de las formas hasta entonces aceptadas y vividas, y avanza de vértigo en vértigo hasta la escena terrible del jardín botánico (donde la revelación tiene ese mismo balbuceo que vuelve inconfundible el lenguaje de los místicos), entran ya en la literatura como uno de los más admirables esfuerzos del hombre. La existencia no es algo que se deja pensar de lejos: es preciso que nos invada bruscamente, que se detenga sobre nosotros, que pese sobre nuestro corazón como una gran bestia inmóvil…, murmura Roquentin. Y ante ese existir que no se deja pensar, mide uno la eficacia de un verbo como el de Sartre, capaz de crear paralelamente en el lector la penetrante sospecha de una revelación personal, de un hallazgo que se adentre en él como en el torturado pelirrojo de la novela. Y si «todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad», si Roquentin ambula con su náusea por la ciudad de Bouville, y va hundiéndose en sí mismo al descubrir la inconsistencia del «orden» que convivía —pero a la vez saliéndose en un amargo esfuerzo por rehuir el solipsismo, el suicidio, la piedad—, los últimos instantes de la obra lo mostrarán interrogando la posibilidad de trascender el mero existir para ingresar en el ser; libre, solo, angustiado, pero a salvo del absurdo, y en algún sentido de la contingencia y la arbitrariedad. La publicación de las obras posteriores de Sartre permitirá seguir entre nosotros el itinerario que tan dolorosamente pero con tanto valor inicia en La náusea esta imagen del hombre en pleno siglo, en plena incertidumbre frente a la renovada cuestión de su destino. Aurora Bernárdez vertió el difícil lenguaje de la obra con una exacta noción del ritmo sartriano; en cada página hay pruebas de su esfuerzo y su eficacia."


He leído este libro, a lo menos, unas tres o cuatros veces. Cuando siento la necesidad de recurrir a las constantes imágenes que el filósofo y escritor francés retrata, resulta simplemente gratificante encontrar siempre una frase, oración, cita o llanamente un pensamiento que ahonda un cierto grado de cuestionamiento sobre los parajes de la cotidianeidad. Quizás superfluos y esencialmente efímeros son esos días en que no pasa nada más que vivir... Quién guste de este tipo de lectura debe a lo menos soportar el tedio impregnado en cada descripción que realiza, por medio del personaje principal, de la realidad que le surmege en un densa, aburrida e insoportable rutina. En semejante condición se halla la obra 'El extranjero' de Albert Camus, con su personaje abandonado a una existencia, en que ni la responsabilidad de los actos pesa. Nada importa para él. El libro no es texto político ni menos en sus partes más profundas como lo serian "Las mosca", "Las manos sucias", "Muertos sin sepultura" los tres libros que componen "Los caminos de la libertad", "La infancia de un jefe". Novelas que desprenden un contexto político explícito. Curiosidad: Sartre políticamente no es de izquierda ni de derecha. Su vida es un constante transitar, de estar con los marxista, estar en contra de ellos, ser maoísta. Ser quién rechazó un premio Nobel pero ser participe de Élite intelectual Francesa. Fundar un diario y ser él mismo quien los repartiera en la calle... Aunque paradójicamente su filosofía más arraigada pregonaba la individualidad más extrema ceñida a una responsabilidad individualizante... Etc. En cuanto al texto , la náusea es un proyecto que toma una personalidad filosófica en su célebre libro "El ser y la nada". Entre sus novelas, obras de teatro y su filosofía hay un abismo de distancia. Nada de lo que el autor expresa en estas obras de corte narrativa o teatral parece subrayar el desarrollo de la fenomenología Husserliana y de las conferencias impartidas por Alexander Kojev relacionadas con la fenomenología Hegeliana, y en especial de la sección "Señorío y servidumbre". Aunque por los estudios realizados, esta sección ha sido muy mal leída, exclusivamente por la línea Francesa.


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FRASES DEL LIBRO LA NAUSEA

“El sentimiento de la aventura sería, simplemente, el de la irreversibilidad del tiempo. ¿Pero por qué no lo tenemos siempre? ¿Acaso no será siempre irreversible el tiempo?


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