Ernesto Kollody y su padre viven en Buenos Aires, donde los barrios no son de nadie y la policía ha perdido el control. El padre de Ernesto, el hombre que siempre ha controlado la vida del hijo, es internado en una Casa de Recuperación, nombre que se da a los geriátricos, donde sólo se entra, pero donde ningún enfermo sale vivo. Cuando Ernesto se da cuenta de que la vida de su padre corre peligro, organiza un equipo para salvarlos y sacarlos de allí.
"Había sido difícil para mis padres mantenerse independientes y libres en un piso tan alto, con tan frecuentes cortes de luz. Pero los viejos y los gatos no quieren abandonar su territorio."
"Nunca creas en un hombre decente, me enseñaba mi padre: siempre estará dispuesto a traicionarte para quedar bien con su conciencia."
"Entramos a la oficina y cerró la puerta. Su despacho era como ella, todo plástico y brillos metálicos, correcto y desagradable."
"Comer es vida –dijo mi padre –. Mirate un poco vos, tan flaco. No tenes peso para pelearle al mundo."
"Una mujer agotadoramente buena, la pobre Margot. Si su capacidad de venganza se parece a su capacidad de sacrificio, debe ser atroz. Debería cuidarme de su generosidad, pero me resulta demasiado cómoda."
"Ese costo disparatado, aparentemente insensato, es coherente con el significado esencial de las fiestas: una gigantesca demostración de poder."