Un libro de Charles Bukowski, donde expone sus vivencias y locuras de la vida cotidiana. Los diferentes capítulos narran algunas experiencias de vida de este peculiar personaje, exhibiendo en la cotidianidad, el alcoholismo, el sexo y la enfermedad, manipulándolos con naturalidad y un poco de surrealismo, algo obsceno precisando el morbo como actor principal. Una característica fundamental de los personajes principales en los relatos de Bukowski, es que cada uno de ellos es un desastre, teniendo vidas poco exitosas donde se encaminan por la pobreza, alcoholismo y vidas desordenadas. Cada relato de Charles se torna irónico, como característica de sus narraciones.
Voy a empezar por decir que, definitivamente, NO es un libro apto para todo público. Si bien el arte “bukowskiano” se distingue por las tramas incómodas, por los personajes bizarros, por las descripciones ácidas a la vista, en esta colección de cuentos, se va (académicamente hablando) sin escalas a la bosta. . Algunos de los relatos son más tranquis y parecen más bien monólogos de reflexiones 𝘧𝘭𝘢𝘴𝘩𝘦𝘳𝘢𝘴, o anécdotas donde de alguna u otra forma las cosas se desmadran y pierden el sentido o tratan de críticas sociales, de la soledad, de la enfermedad, de la locura y demás. Pero el cuentito que más se destaca, en cuanto a lo morboso y lo antiético, es “El malvado”. O sea, la narrativa es una genialidad, precisamente, porque la lectura duele, da asco y da bronca; pero, al mismo tiempo, no se la puede ignorar. . La historia va de un tipo alcohólico (como siempre), dos veces divorciado, que se levanta con resaca y sigue con el escabio. Es verano y ve a unos pibitos que juegan afuera: una nena de entre seis y nueve años y dos nenes. La cosa va de que el tipo resulta un pederasta y empieza a relatar todo lo que le pasa con la nenita. Todo bien en detalle, incluso, lo que le va surgiendo a él por el cuerpo y por la cabeza. Completito hasta lo peor. . Bukowski en nivel difícil.
Cualquier cosa puede volver loco a un hombre, porque la sociedad se asienta en bases falsas.
El alma libre es rara, pero la identificas cuando la ves: básicamente porque te sientes a gusto, muy a gusto, cuando estás con ellas o cerca de ellas.
—Los sueños pueden no ser ciertos —dijo ella— sin embargo, hasta ahora, los míos lo han sido
Llevaba cierto tiempo jugando con la muerte. No puedo decir que fuésemos grandes amigos, pero nos conocíamos bien.
Cuanto más tiempo pudiese mantenerse separado de la especie humana, mejor se encontraba.