LA LEY DE LOS VARONES (LOS REYES MALDITOS #4)

Una oportuna indigestión dejó a Clemencia (segunda esposa de Luis el Obstinado) viuda y Francia sin rey. ¡Qué no cunda el pánico! Antes, Luis el Obstinado (y también, un poco envenenado) hizo los deberes y los Capetos tienen por donde medrar. El problema es que por un lado Juana de Francia fue eliminada de la línea de sucesión por los pequeños amoríos de mamá que acabaron con la bastardía de la infanta y la letal "inflamación de garganta" de Margarita.(primera esposa de Luis el Obstinado) Ah pero...en el vientre de la pía reina viuda germina la semilla real del difunto Luis, y como no sabemos si será niña o niño, toca esperar porque en la edad media imperaba la ley de los varones, que a eso vamos. Como quiera que Clemencia sigue en su mundo y lo que se tercia, ahora, es un regente, alguien tendrá que hacerse cargo del país. Para esto tampoco faltan candidatos, y así, dos de los tres pretendientes ponen pies en polvorosa rumbo a París para mecer la cuna de quien no ha nacido aún. Sin embargo, el más listo de la clase, al que llaman Felipe de Poitiers se queda arreglando unos asuntillos en Lyon. Poca cosa. Reúne a todos los cardenales en la iglesia y mientras ellos oran, él labora. El de Poitiers, algo travieso, tapia todas las salidas de la Santa casa y allí los deja, a pan y agua hasta que decidan quien será el próximo vicario de Cristo. El resultado es el esperado. ¡Habemus Papam! Por supuesto, de su conveniencia. ¿Y por qué es tan importante esto? Por la sencilla razón de que el Papa cuenta con recursos económicos y militares que le vendrán de maravilla a Felipe para conseguir la regencia del nonato. De esta guisa arranca la cuarta entrega de la saga "Los reyes malditos" sin duda, la mejor hasta ahora. Primero porque Druon derrocha ironía por todos los poros de su piel y logra llevarlos de la mano de una trama que presta mucho a ello. No se salva uno. La codicia es el gen dominante de esta simpática familia y las intrigas palaciegas el deporte nacional. A mesa puesta, el lector disfrutará de un banquete de mezquindad. Que de eso no se libra ni el apuntador. El autor hace gala de una excelente documentación, incluso cuando opta por el camino más valiente. El de una leyenda de la que no os puedo hablar, claro, pues hacerlo sería de mal gusto. Una lectura apasionante de una historia de Francia que se empeñó una y otra vez en cumplir con la maldición de Jacques de Molay en la hoguera. Una saga de magistral factura que no envejece, que se mantiene fresca y dinámica mientras va cumpliendo años y que por su calidad, trascenderá muchos más. No queda otro remedio que ir a por la quinta entrega. ¡Fascinado es poco!

El claro protagonista de este libro no es otro que Felipe de Potiers, el segundo hijo del rey de hierro, quien, ante la muerte de su hermano, comienza una búsqueda incansable por conseguir el trono. Quiero mencionar que este señor me ha producido cierta simpatía, a pesar de lo maquiavélico que pudo haber sido, de los medios utilizados o, simplemente, aceptados para sacar del juego a otros candidatos y de no ser un guerrero por excelencia, esto en razón a su ceguera, era la persona más capacitada para gobernar, un digno hijo de su padre, y quien entendía no sólo cómo funciona el gobierno sino también qué es lo que mueve las almas humanas. Sabía ejercer presión cuando se necesitaba, ser pasivo y comprar voluntades cuando se requería, dar su brazo a torcer cuando la estabilidad de una nación así se lo indicaba. Sí, me es simpático el personaje. El libro, desde el punto de vista histórico, es importantísimo, porque permite conocer cuál fue la ruta que escogió Francia respecto de la posibilidad de que fuera heredado el trono a una mujer. Para ello, el autor muestra cómo se enfrentan, en principio, tres hombres por el poder; cómo se hace valer la jurisprudencia del derecho civil sobre la herencia de las tierras al hombre primogénito; cómo, a pesar de que Luis había tenido una hija, el rechazo de su corona no fue fundamentado en la posible bastardía sino en que era una mujer. Se hace valer la ley de los varones, se hace valer la voluntad de Felipe, pero no lo tuvo fácil, le tocó sobornar, sucumbir ante la mano asesina de su suegra, pero también, aprender a ejercer presión a través del enclaustramiento, “Felipe cierra puertas”… Dice que es el mejor de los siete libros, y tal vez sea así, me ha gustado bastante, son muchas las intrigas, muchas las luchas por el poder. Además, de la historia que se desprende de María y su enamorado lombardo, aparece un nuevo hilo conductor que pienso va a tener mucha importancia en el futuro. Es decir, para la saga este libro sí que es indispensable. Esa historia del hijo de María logró conmoverme, porque ahí es cuando se piensa si es mejor pasar la vida como un incógnito, sin importancia para el mundo, o, como le pasó a ella, aparecer como importante de un momento a otro, adquirir privilegios, pero sacrificar aquello que es lo que se quiere. Guccio es otro de los personajes a los cuales se la va adquiriendo cariño a través de la saga, pero en este resultó un personaje maldito, tal vez condenado. En este Felipe le quitó todo el protagonismo. Tocará esperar a ver qué pasa con él y su enamorada. La saga me tiene enganchado.

A lo largo de esta cuarta parte se explica que para conseguir un trono de rey hay que ser ambicioso,  tenaz, calculador y aceptar los beneficios del crimen. Tiene varios giros inesperados a lo largo de la novela y esto hace que el ritmo sea más rápido. A nivel personal estoy disfrutando mucho de la saga.

Muy buena serie sobre los reyes franceses. Comencé en diciembre y ya voy por el cuarto de siete tomos. Si tuviera que compararlo con algo, citaría al libro “yo, Claudio” aunque dicen que en esta serie de libros se inspiro el autor de Juegos de tronos. No los he leídos así que no puedo opinar. Si les gustan las intrigas de palacio, esta serie les encantará. El tomo 1 se llama “El rey de hierro”.

Creo que fue el que más me gusto de los 7 libros. Fundamentalmente me atrapo el embarazo de Clemencia. Como dije anteriormente es una saga muy bien escrita y documentada, atrapante, entretenida y que mantiene bastante bien el nivel a lo largo de los tomos. (Siendo el septimo el único en mi opinión dudoso, pero no deja de valer por eso la pena encarar esta lectura).

Creo que es el mejor de la saga. Tres personas que luchan por la regencia (aunque prefieran la corona), dos madres que sufren por sus hijos, venenos, traiciones. Nos encontramos por primeras vez sin un rey claro para suceder al que murió, y con mucha gente que ambiciona la corona. Me gustó mucho como relata el ascenso al poder de Felipe de Poitiers, como trata el embarazo tanto de Maria de Cressay como de Clemencia, las cuales el destino las unió en la desgracia. La elección del papa. Lo detestable que es tanto Mahaut como Roberto de Artois. La ambición de Carlos de Valois. Sigo adicto a esta saga que no baja su nivel sino que lo aumenta

El más complejo de los primeros 4 libros, particularmente por la evolución de Felipe de Poitiers, destacado por su inteligencia y sus deseos de justicia, que para hacerse rey termina convirtiéndose en encubridor del asesinato de su hermano y testigo mudo del envenenamiento de su sobrino, legítimo heredero del trono. Él mismo así reflexiona en la víspera de ser consagrado: juzgarse un mal hombre para ser un gran rey. El triste destino de María de Cressay y su innecesario sacrificio son particularmente conmovedores y la historia del verdadero y del falso Juan I me recordó la de otro rey francés, Luis XVII, al que se quiso identificar en el arquitecto Pierre Benoit.

En su línea, libro muy recomendable con uno de esos giros inesperados que te dejan de piedra. A por el siguiente de la saga!