Entre el thriller y el viaje emocional. Una historia de superación y una peripecia absorbente y cautivadora. Puede que sepas dónde empiezan las mentiras, pero nunca donde acaban. Una absorbente historia que no querrás dejar de leer. Cuando Chris muere en un accidente de coche sospechosamente lejos de donde debía estar, la vida de su mujer, Alice, con una niña de seis años y otra en camino, se desmorona. Incapaz de asumir la pérdida y con el temor de que tal vez su relación perfecta haya sido una mentira, se obsesiona con descubrir de dónde venía Chris y qué secreto escondía. Reconstruye el último viaje de su marido con la ayuda de las cámaras de seguridad de los establecimientos por donde este había pasado, hasta llegar al epicentro del misterio: Robin Island, en Cape Cod, Massachusetts, una pequeña y, solo en apariencia, apacible isla que modifi cará profundamente a Alice mientras busca respuesta a la pregunta: ¿Qué hacía Chris en la isla?
El libro me ha gustado, porque poco a poco te va llevando de la mano por la trama, bien pensada. Pero el final me parece muy light. Para acabar así, lo hubiéramos en 50 páginas. No creo que esté a la altura de los elogios conseguidos. Yo no volvería a leerlo.
Cuando empecé a leer este libro me hice a la idea de que iría tirando más hacia el royo policiaco y más de suspense, pero el giro emotivo tan bonito que me sorprendió hizo que me gustase todavía más. Sin duda una historia preciosa.
Una historia maravillosa de superación, aunque a veces notas como si no avanzaras. Pero al final vas descubriendo cosas hasta llegar al final.
Buena narración, aunque para mi gusto baja desde el punto de vista literario, con algún toque de humor ligero. La protagonista se ve inmersa de manera personal en una investigación secreta, luchando al mismo tiempo con su mundo y el de que los rodea, sus fantasmas, acabando convirtiéndose en el ojo que todo lo ve. La historia te absorbe y te mantiene expectante.