Esta novela transforma todos los aspectos del mundo moderno en cuestiones metafísicas. A partir del gesto encantador de una mujer de cierta edad, el escritor crea el personaje de Agnes, alrededor de la cual aparecerán su hermana Laura, su marido Paul, y todo nuestro mundo contemporáneo en el que se rinde culto a la tecnología y la imagen. Pero ¿y si el hombre no fuera sino su imagen ?, pregunta otro personaje, Rubens, quien comprueba finalmente que de la más excitante de sus amantes sólo le quedan dos o tres fotografías mentales. Su forma es polifónica : las aventuras de los personajes imaginarios se mezclan con la historia de dos candidatos a la inmortalidad, Goethe y Bettina von Armin ; la reflexión sobre el nacimiento del homo senti-mentalis en la historia de Europa alterna con las peripecias parisienses del singular profesor Avenarius, para quien el mundo de hoy no sirve sino como objeto de juego. Kundera tiene el don de decir del modo más cristalino lo que a uno le resulta más difícil decirse, y en esta novela alcanza la cima de esta facultad.
Quien no quiere ser inmortal? Todos queremos y anhelamos en un momento de la vida ser inmortal o como decimos actualmente "dejar huella". Desde que los primeros seres humanos comenzaron a dejar registrados en las piedras su estilo de vida através de dibujos, los egípcios através de sus momias y diversas culturas antiguas e indígenas dejaron en sus tumbas todas sus tradiciones que hoy en día hacen parte de la historia de la inmortalidad humana. El autor nos permite reflexionar sobre lo que somos verdaderamente y que nos identifica con cada gesto, cada pensamiento, cada rutina, cada palabra y todo nuestro sentir. Hay una parte del libro donde se describe las emociones que siente un fotógrafo al poder capturar un accidente aéreo y la manera como las personas quieren dejar plasmada en una fotografía un momento de conmemoración en sus vidas. Actualmente todos en algún momento hemos dejado registrados nuestros resultados, sueños, experiencias y vivencias en una red social porque en todos esta esa naturaleza de querer ser inmortal.
Un clásico de Kundera. Como nos tiene acostumbrados hay en esta novela tanta filosofía que no se sabe si la novela es una excusa para expresar las cuestiones filosóficas o vicerversa. Lo cierto es que lo raro de la novela es que los personajes interactúan con el autor, o el autor mismo es parte de la novela en tres relatos paralelos. Los hay presentes y los hay del pasado manteniendo interesantes diálogos. Una excelente novela donde las reflexiones y sus pensamientos encajan a tono con el relato haciéndola bien llevadera hasta el final.
Me gustó mucho de a ratos. Muchas veces Kundera me marea. Me cuesta seguir las historias con esa costumbre que tiene de ir cambiando de escenarios y personajes sin aviso. Me gusta su ironía y su visión del mundo, las que están presentes en La inmortalidad. Me sucede algo parecido a lo que me pasa con Borges: combino mi admiración por su genialidad y agudeza con cansancio de no poder entender la historia.
Pone en evidencia la fragilidad de la vida y al mismo tiempo la inmortalidad del recuerdo, un libro extraño mezclando personajes y tiempos. Muy recomendable
El sueño humano de perpetuarse a través del tiempo, más allá de la muerte. Una gloria que solo saborean los vivos al conservar el recuerdo de alguien que ya no es y tal vez ni se parezca. Una novela que juega, fiosofa con el lector, crea confidencias mientras explora nuestra vanidosa, tragicómica y efímera existencia.
Todos ansiamos transgredir las convenciones, los tabús eróticos y acceder embriagados al reino de lo prohibido.
El amor por una mujer mayor forma parte de la vida de todo hombre y que es de ella de qiien guardamos el recuerdo más hermoso. Una mujer mayor que nosotros es una joya en la vida de los hombres.
En otras palabras: el sostén pone de manifiesto el carácter técnico del cuerpo femenino.
Porque sentía semejante pudor? Acaso no sangran todas las mujeres cada mes? Acaso había inventado ella los órganos sexuales femeninos? Acaso eran responsabilidad suya? No lo eran! Pero la responsabilidad no tiene que ver con el pudor.
La base del pudor no es un error nuestro, sino el oprobio, la humillación que sentimos por tener que ser lo que somos sin haberlo elegido y la insoportable sensación de que esa humillación se ve desde todas partes.