En abril de 2004 el mundo entero se conmovió ante las imágenes de las torturas y humillaciones a las que las tropas de EE.UU. sometían a sus prisioneros en la prisión iraquí de Abu Ghraib, la misma en la que poco tiempo antes torturaba y asesinaba a sus opositores Sadam Husein.A pesar de que George W. Bush y Donald Rumsfeld intentaron mostrar a la opinión pública mundial que los responsables eran tan sólo un puñado de «perversos» policías militares, pronto pudo comprobarse que esos hechos, como las torturas y asesinatos en Afganistán o la situación de «limbo» legal en el que permanecen cientos de prisioneros en Guantánamo, eran parte de un mismo plan diseñado desde la Casa Blanca y el Pentágono.PROL. DE ADOLFO PEREZ ESQUIVEL