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Sinopsis de LA HORA DE LOS MONOS

«Federico Falco recorre el borde entre lo que se llama normalidad y lo que se define como enajenación. Un problema interesante para la literatura porque lleva a pensar cómo narrar aquello que escapa de la norma sin el rebusque de lo tenebroso; es decir: cómo narrar lo excepcional sin recursos excepcionales. Falco inventa peripecias imaginativas, originales, incluso inverosímiles. Con otra escritura, sus relatos podrían ser incorporados a lo que suele llamar género fantástico. También podría decirse que son fantásticos, pero que no están escritos según las reglas de ese género. Entonces, ¿qué son? Relatos en sordina de lo siniestro o lo inesperado, de lo impensable o, por lo menos, de lo infrecuente.» Beatriz Sarlo, Diario Perfil. «Uno de los mejores libros de cuentos de la llamada ?nueva narrativa argentina?.» Maximiliano Tomas.

2 reseñas sobre el libro LA HORA DE LOS MONOS

Extraordinario, los cuentos de Falco son simples, naturales pero con una inventiva sin igual en estos días. En su escritura hay talento puro.


La hora de los monos es el libro de relatos antesala de Un cementerio perfecto publicado seis años después. Está integrado por nueve cuentos en los que Falco recorre una escala de sensaciones y sentimientos con habilidad narrativa, que cuentan de manera sencilla y frontal cuestiones complejas, duras de hablar, como sucede en el cuento "Flores nuevas", que retrata los dolores, las incertidumbres, el intrincado transitar de la vida adolescente; que nos desconcierta cuando aplica un formato de alto impacto para contarnos un relato inquietante, terrible y durísimo como lo es "Los días que duró el incendio" cuya lectura hay que abordar con plena receptividad, no hay otra forma de encararlo; o que nos hechiza cuando describe entornos naturales con esa prosa espléndida, como en "El pedigrí de los canarios" y en "La hora de los monos". Mis relatos preferidos: Elefantes; Flores nuevas; Asiático y La hora de los monos. La hora de los monos invita a la lectura placentera y de disfrute, con buenas historias bien contadas. "El avión está en posición, toma velocidad, carretea. Enrique se imagina al hombre perdido, a merced de las alimañas. Piensa en las tribus de cazadores de cabezas. Las lanzas en alto, los gritos de guerra, los machetes filosos. El hombre corre en la selva. Sus pies se hunden en el barro, resbala, se levanta, sigue. El olor de algún animal muerto, cerca. Las capas y capas de hojas superpuestas que se pudren en un instante. Lo verde de alrededor, tan espeso que el hombre no puede ver ni un metro más allá. Con sus manos arranca ramas y enredaderas. Corre, salta por encima de un tronco caído, inmenso. Apoya la mano para saltar y la mano se le cubre de hormigas rojas. Corre. Busca caminos, senderos, pero no hay. El agua le llega a las rodillas. Las cerbatanas zumban a su lado". (La hora de los monos)


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FRASES DEL LIBRO LA HORA DE LOS MONOS

La señora Ema es dada a los pensamientos. Piensa, por ejemplo, que sin saber muy bien cómo, se ha vuelto una vieja. (Las aventuras de la señora Ema)


Publicado pordaniela27

La primera vez que la vio, a Berto le pareció que quien necesitaba un psicólogo era ella y no él, pero cuando la mujer sonrió, Berto apartó ese pensamiento de su mente, se dijo que con probar no perdía nada y aceptó sentarse en el sillón y hablar. (Un camino amarillo)


Publicado pordaniela27

Terminaba el verano. En el aire ya había olor a humo, pero todavía se veía limpio, con mucho sol. Las mujeres barrían las veredas y quemaban las primeras hojas secas. (Flores nuevas)


Publicado pordaniela27

Me gusta el silencio en el departamento, cómo resuena en él cada uno de los sonidos que produzco. Los dedos sobre las teclas, el botón del mouse, un vaso que apoyo sobre el vidrio del escritorio, el respaldar de la silla, que chirría si me reclino, cada paso. (Ballet)


Publicado pordaniela27

Caminamos por una calle y dejamos atrás las últimas casas. Nos metimos entre el monte bajo. El viento hacía flamear unas tiras de trapo rojo atadas a las ramas de un arbolito sin hojas. Franco silbaba. Yo lo seguía. Se hacía de noche. (Asiático)


Publicado pordaniela27

Que sea rápido, dijo Carmen y se apoyó contra un tronco. Arriba, las copas de los pinos se mecían lentamente, formaban una red oscura y movediza y cambiaban el dibujo del cielo. (El pedigrí de los canarios)


Publicado pordaniela27