El rugido del motor, el zumbido de las poleas; contemplar la luna y las estrellas; disfrutar del paisaje de la ciudad desde lo alto. ¡Qué suerte ser conductor de grúa!
Hubo un alemán, que se llama Reiner Zimnik, que escribió una extraña novela sobre una grúa... y su operario... y un águila... y un león plateado y caramelos de eucalipto. La historia es asi, simple. Construyen una grúa, y un hombre comienza a operarla. Hay piratas malos, elefantes peligrosos, políticos inútiles y curiosas amistades. Y guerra. Y el mundo desaparece y la grúa queda sola, con su operario en el medio del océano. Hasta que aparece un águila y junto al hombre se apropian de una estrella cada uno y sobreviven muchos años, que después fueron días, solos con la grúa, una trompeta y el mar. Por momentos es una novela extrañamente surrealista, por momentos, hermosamente simbólica, y a veces es una muestra mas del realismo mágico... pero alemán. Y quizás, alguien, en algún momento creyó ver un león plateado, pero nunca nadie supo si en verdad estaba ahí.
Un libro que puede generar varias relecturas, no sólo por las aventuras que pasa nuestro protagonistas, sino por que te muestra desde una perspectiva inocente y mus contundente, como un poblado va decayendo en rencores, guerras y superficialidades. Este libro también trata temas como la amistad (con un águila, vean que hermoso, me recordó a la vida de pi) y la verdadera adquisición de la sabiduria, la valentía y la soledad. El escritor se lucio al crear una novela que transcurre en un poblado, en una guerra, en un mar y termina con el derrumbe de algo que debes descubrir.