En esta cálida y amena historia autobiográfica, Forrest Carter cuenta cómo aprendió la forma de vida india, en comunión casi mística con la tierra; cómo vio llegar e irse las estaciones y aprendió la herencia de aquella gente y, finalmente, cómo, en la América de la depresión, descubrió y llegó a aceptar el mundo del hombre blanco