«La ciudad de la niebla» nos cuenta las andanzas del doctor Aracil y su hija en la capital inglesa. Han tenido que huir de Madrid, donde vivían con toda clase de comodidades, por haber dado asilo en su casa a Nilo Brull, autor de un frustrado atentado contra los reyes en el día de su boda. La narración corre a cargo de María que nos va hablando de sus intentos de aclimatarse...
En esta oportunidad, Don Pío nos reseña a la ciudad inglesa del siglo XIX. Con su ojo penetrante, salen a relucir variados y múltiples destellos de la vida cotidiana en aquella tierra. No faltan los conflictos políticos, la crítica a las ideologías en esta gran obra que tiene como protagonista a una mujer. Vale leerla.
Segunda parte de la trilogía 'la raza'. Continuación de la dama errante: se completa la huida del doctor Aracil y su hija María. Llegan a Londres e intentan acostumbrarse a la gran ciudad de la bruma y la niebla. Baroja da rienda suelta a la crítica hacia la sociedad: la superficialidad e hipocresía de las clases altas cuya opulencia convive con la visión de los vagabundos que duermen en las calles. Las desigualdades sociales muestran que en las sociedades occidentales justicia se escribe en minúsculas. En la primera parte narra la historia la propia María Aracil; es poco común en Baroja la narración en voz femenina. En la segunda parte toma el relevo el autor. Interesante y entretenido paisaje móvil de la capital inglesa de principios del XX.
Esta gente bebe por desesperación, por falta de ideal. Sería mucho mejor para ellos que se trazaran un camino; ahora que, en el estado en que viven, preocuparse del porvenir sería para ellos un suplicio nuevo.
Así como la desgracia hace discurrir más, la felicidad quita todo deseo de análisis; por eso es doblemente deseable.
Las ideas no tienen importancia alguna. Las ideas son el uniforme vistoso que se les pone a los sentimientos y a los instintos. Una costumbre indica mucho más el carácter de un pueblo que una idea.
Y pensé seguir adelante en el camino recto: trabajando, luchando, sin buscar el atajo que pudiera llevar a la riqueza o al placer, próximos a la indignidad.