LA CASA DEL JUEZ

LA CASA DEL JUEZ Hace unos días quería leer algo del irlandés Stroker, y de todos los que vi, decidí leerme este clásico cuento corto lleno de suspenso y terror, que en definitiva puede catalogarse como un “cuento para no dormir”. Una inspiración genuina para sus creaciones literarias, con la versatilidad de este experimentado autor. ¿Pero porque la casa del Juez? ¿Será que allí vivió un Juez? ¿Cuál será el secreto que alberga esta casa? Tantos años inhabitada y el pueblo con un chisme sobre la misma. La invitación a la lectura de este cuento victoriano comienza con un singular estudiante (Malcolm) que necesita un lugar apartado, para poder concentrarse y realizar unos estudios matemáticos. Logra conseguir una cabaña sencilla que ha pasado mucho tiempo vacía, y de la cual todas las personas del pueblo advierten sobre alimañas, sucesos extraños y otras tantas cosas despreciables que la habitan, a lo que el joven siempre optimista hace caso omiso a estas advertencias y procede a la renta. Me ha gustado mucho la descripción detallada, tanto de los personajes, como de los ambientes que logran establecer una atmósfera de mucha ansiedad, suspenso y misterio en una obra de poco menos de 100 páginas, logrando su cometido. Cabe aclarar que el final se convirtió en un cliché, algo posiblemente predecible, pero de buen disfrute.

¡Pobre Malcolm! Un joven que desea alejarse para estudiar mejor y busca un lugar donde hacerlo. La suerte esta echada sobre su destino, encuentra una casa pero no cualquier casa, sino la casa del juez. ¿Qué oculta este lugar que hace que los lugareños le aconsejen a este hombre que no permanezca en ese lugar? ¿Qué secretos ocultan aquellas paredes, el cuadro, la soga de la campa, la silla frente a la chimenea? ¿Por qué las ratas, ocupantes de aquella sombría casa, dejan sus actividades y guardan un profundo silencio? ¿Que va a descifrar esta mente matemática cuando una todos esos cabos? Una breve historia que te estremece y repugna.

Una enorme rata perturba las noches de estudio de Malcom Malcomson, joven matemático, que en busca de tranquilidad alquila una casa antiguamente habitada por un cruel Juez que gozaba ahorcando a los sentenciados. Le advierten que en esa casa “hay algo”, pero el se lo toma a chiste. Este relato de Bram Stoker (sí, el mismo de “Drácula” ) nos adentra en el terror sicológico y las jugadas de la soledad alimentadas por la superstición.

La vida de Bram Stoker está rodeada de un aura oscuro y gótico, más propiciado por sus fanáticos (específicamente por el éxito de Drácula, obra cumbre y de culto del autor irlandés) que por investigaciones serias. El asunto es que Stoker tenía una forma de narrar el terror bastante limpia y sosegada. Sin embargo, era muy duro consigo mismo, prueba de eso es que este relato junto a muchos otros fueron publicados por su esposa póstumamente. En fin, centrandonos en esta historia tenemos que admitir un par de cosas. La primera, Stoker tenía una fijación a las ratas. No sólo en este relato las relaciona con eventos paranormales sino también en algunos más. Segundo, la muerte de la maldad no es el fin. Desde esta perspectiva, entender a Malcolmson, un estudiante de matemáticas, que busca un lugar alejado y tranquilo para estudiar a gusto, es muy sencillo. No creer, y después de tener el contacto con el dueño de la casa lo sobresalta al grado de querer huir inmediatamente de la propiedad.

Curioso e interesante.