Anna, una compañera de clase de Kiatoski, le explica que en el equipo de fútbol que ella capitanea ocurren cosas raras. A pesar de tener a Oliver, el mejor portero del barrio, no han ganado ni un solo partido del torneo. Al detective esa aventura le parece poca cosa, pero de todas formas decide ir a presenciar un partido. Allí se da cuenta de que tres chicos vigilan constantemente a Oliver. Pese a eso, el equipo de Anna gana; pero al día siguiente el portero aparece lleno de moratones y magulladuras. Kiatoski comienza a entrenar y en el siguiente partido juega de portero. Al momento, los tres ‘‘matones’‘ se acercan y le chantajean para que pierda. Él no hace caso y cuando los tres matones aparecen para pegarle, se encuentran al equipo en pleno. Así no pueden hacer nada. Sólo confesar que estaban enfadados porque Anna no les dejaba jugar. Ésa fue la causa de que maltrataran al portero. De esta manera, Kiatoski resuelve un nuevo caso. Y los porteros del equipo respiran tranquilos.