Alguna veces la real valía de un libro está en la valentía de su autor para atreverse a tocar un tema histórico desde una perspectiva distinta a lo que ya tenemos laudado. Y vaya si Amos Oz se atreve en esta novela. Se atreve con la política del estado de Israel, pero más aún se atreve con la religión. Porque bajo la excusa de mostrarnos las tribulaciones amorosas y filosóficas que tiene Shmuel Ash, un estudiante que en la Jerusalén de la década del cincuenta y apenas surgido el nuevo Estado de Israel acepta el trabajo de ser acompañante de un anciano solitario que vive con una mujer misteriosa, el autor nos sumerge en una zona al menos incómoda para los que nos hemos educado bajo los conceptos de la religión católica. Cuál es la visión que tienen los judios de Jesús? Por qué Judas es considerado un traidor y por ende la raza judía es arrastrada bajo ese concepto por los siglos venideros? Acaso no es posible que Judas haya sido el único confió en Jesús hasta último momento y lo llevó a la Cruz para que este demostrara para siempre, simplemente liberándose de los clavos y echado a andar, que era el hijo de Dios? Es improbable que hallemos las respuestas a estas preguntas, pero lo que sí es cierto que este autor israelí nos ha regalado un libro que tiene pasajes poéticos, que a veces hasta resulta ser una historia de amor, pero que sobretodo es de aquellos textos que perdiste en la convicción de que las ideas persisten más allá de nosotros, y que dar por sentado todo aquello que nos enseñaron no hace más que encasillarnos en una sola visión que puede tambalear ante la menor sombra de duda. Recomendable cien por ciento.
¿Y sí, tal vez, el traidor más conocido de la historia fue juzgado equivocadamente? Al estilo de Amos Oz, un libro lleno de nostalgia, de dolor guardado; acompañado de una invitación a la reflexión de nuestros juicios. 📖❤️
Y entretanto pensó que en eso de estar ahí esperando no había nada extraordinario, la mayoría de la gente vivía día tras día esperando todo el rato sin saber qué ni a quien esperaba.
El judaísmo y el cristianismo, y también el islamismo, predican las mieles de la bondad, la caridad y la piedad, siempre y cuando no tengan en sus manos los grilletes, las rejas, el mando, las cámaras de tortura y los patibulos.
Un hombre empapado de lágrimas provocaba recelo, e incluso cierta aversión, más o menos como una mujer con pelos en la barbilla
Lo cierto es que toda la fuerza del mundo no podrá convertir a un enemigo en aliado. Se puede convertir a un enemigo en esclavo, pero no en aliado. Con toda la fuerza del mundo no podrá convertir a una persona fanática en una persona tolerante.
Yo estoy muy lejos del socialismo y lo considero un intento atroz de imponer a las personas la igualdad. Yo creo que la igualdad va en contra de la naturaleza humana, por el simple hecho de que las personas no nacen iguales y bastante extrañas las unas a las otras.
Y Judas, ante cuyos ojos conmocionados acababan de derrumbarse el sentido y finalidad de su vida, Judas, que comprendió que había causado con sus propias manos la muerte del hombre que amaba, se marchó de allí y se ahorcó.