JERRY DE LAS ISLAS

No tiene la popularidad de “Colmillo Blanco” o “la Llamada de lo salvaje” pero no le va en zaga en calidad. Aquí el protagonista se llama Jerry, orgulloso terrier irlandés, inteligente y noble al que la vida lo ha llevado por diversos mundos, con experiencias tremendas que lo van moldeando y poniendo a prueba su capacidad de aprendizaje y sobrevivencia. ¿Dónde y cuándo suceden las cosas? En la Melanesia, en el archipiélago de las islas Salomón en el Pacífico sur, a fines del siglo XIX. Allí estaba, en la isla Santa Isabel nuestro cachorro disfrutando de la vida, cuando es regalado por su amo, al aventurero patrón de un barco que pasaba por allí ejecutando una peligrosa misión, pues lleva su yate cargado de trabajadores negros, que regresan a sus islas donde los esperan sus tribus caníbales de cortadores de cabezas, una de ellas es la más peligrosa de todas, la isla de Malaita. Y así nuestro Jerry irá cambiando de vida y escenarios, llegando a vivir en medio de una de estas tribus de caníbales. La narración se desarrolla con gran encanto, pero también con mucha crudeza, mostrando que la diferencia entre vivir y morir depende de normas terribles, líderes despóticos o pronunciamientos de hechiceros. También quedan muy claras las culturas que se confrontan, la de los blancos colonialistas, racistas y explotadores y la de los nativos, antropófagos y coleccionistas de las cabezas de esos blancos entrometidos. Y bien, aquí debo contar por qué este libro es especial para mí. Recién ahora he tenido conciencia de que llevo muchos años buscando a Jerry en todas las librerías de libros usados, mercados virtuales y ferias persas. He atormentado a la vieja Pascuera o sea a la mamá Noel todas las navidades escribiéndole que éste es el regalo que sugiero me traiga, porque me hará feliz. Es la edición en tapa dura de 1957, editorial Acme, con la estampa de Jerry en la portada y su nombre en letras cursivas y rojas, sobre fondo amarillo. Una reliquia. ¿Por qué esta obsesión? Porque es el primer libro “para grandes” del que tengo memoria que leí en la vida, aunque de la forma como se lee un libro cuando uno aún no llega a la decena de años, o sea a retazos, buscando las partes más atractivas, seleccionando aquellas donde se volverá una y otra vez y descartando el resto. Recuerdo que ese bendito libro estaba en la casa campesina de los abuelos, donde viví unos años, que ahora ya no existe y luego en uno de los baúles del traslado a la nueva casa paterna también en el campo, donde viví antes de salir a estudiar. Pero se perdió. Se extravió y pese a mis búsquedas obsesivas no apareció más. Y aquí me encuentro, resignado con esta relectura realizada en un libro distinto al de mis recuerdos, en este libro recién llegado a mis dedos desde La Coruña, de Ediciones del Viento. Y una vez más, aunque con ojos más cansados que los de la infancia, reviví la magia de esta novela de aventuras que lleva a un mundo misterioso, lejano y fascinante. Jack London abre las puertas de ese mundo para contar una historia y relatar unos sucesos a través de la vida de un perro notable llamado Jerry, el de las islas. Para el deleite de ayer, de hoy y siempre.