«A pesar de que el jefe de estación Fallmerayer no tenía un carácter propenso a fantasear, le pareció que aquel era un día marcado por el destino de una manera muy especial y, mientras miraba hacia fuera por la ventana, empezó a temblar de verdad. Dentro de treinta y seis minutos pasaría el tren rápido que iba a Merano. Dentro de treinta y seis minutos—así le pareció a Fallmerayer—la noche sería completa».
De pronto un día un jefe de una estación de trenes en Austria de apellido Fallmerayer es testigo de un accidente de trenes en donde una de las víctimas es una condesa rusa de la cual se enamora a primera vista. Aquel amor se consuma tiempo después cuando los avatares del destino conducen a Fallmerayer como teniente del ejército austriaco durante la primera guerra mundial hacia las tierras de la condesa en Kiev. La pareja logra escapar de la revolución bolchevique y se instala en una villa en Monte Carlo en donde conciben un hijo. Por las vueltas de destino la desgracia cae sobre la pareja y Fallmerayer deja a su amada y se va sin rumbo a vagar por el mundo. Cuento largo narrado por Roth con gran intensidad y poesía. Una belleza al mejor estilo de Chéjov. Vale la pena dedicarle un par de horas de lectura.