Una obra de madurez, que al autor dejó inédita, y que narra la aventura y la tragedia en la vida de un artista.
Como todo Hemingway, se lee como bebiendo un daiquiri doble sin azúcar, como esquiando sobre un glaciar con fina nieve, como la mar al cortarse por la proa de un barco navegando a treinta nudos. Tres partes bien distintas para una novela póstuma obtenida de un manuscrito encontrado en Cuba, de un autor maduro que nunca decepciona.