Al parecer de muchos, entre los que me incluyo, el rumbo que van tomando los asuntos relativos a la docencia no es, ni con mucho, el más idóneo. A todos nos gustaría que las cosas marcharan por excelentes caminos, por la vía del acierto, la eficacia y el tesón. Por desgracia, no son así las cosas, que últimamente se ha venido engendrando más de un desacierto y no faltan ni vicios ni fracasos. Nos interesa señalar aquí uno de los tales vicios, el cual nos ha movido a publicar una colección de pequeñas monografías, del porte de esta que estamos prologando. Nos referimos a la maña o resabio, de los estudiantes, de preocuparse sólo de aquello que presumiblemente les pudiera caer en el examen. Este deplorable hábito, que de siempre han tenido los malos estudiantes, hoy se ha extendido a la generalidad. Y ello no es casualidad, pues acontece que ese vicio pernicioso se ha visto reforzado por el actual modo de hacer en la enseñanza, que va a mínimos, que reduce temarios, que se conforma con poco, que escasamente ahonda en lo que explica.