Néstor Salazar usa anteojos desde que tenía cuatro años. La miopía pronunciada que lo aqueja ha condicionado fuertemente su relación con el resto del mundo. Para colmo, su visión no ha dejado de deteriorarse en forma progresiva, causándole cada vez más problemas en su desenvolvimiento diario. Ahora, a los treinta, se encuentra apenas un escalón por encima de la ceguera...