Este texto propone un viaje crítico a través del que trataremos de mostrar que tanto crimen como criminal son construcciones socioculturales, construcciones perversas que una vez levantadas son combatidas desde los mismos supuestos que contribuyeron a su creación. Ciertamente, entender el funcionamiento del un problema no resulta equivalente a solucionarlo pero, como poco, debemos aceptar que es el primer paso consistente para despejar dudas y situarse en el camino adecuado