Historia para descubrir lo más hondo de nosotros mismos. En el espacio aéreo sin nubes que se extiende entre los campos de maíz de Illinois, un hombre deposita su fe en la hélice de su biplano. Para ese piloto, la fe es tan real como un depósito lleno de gasolina y las chispas que saltan de los cilindros… hasta que se encuentra con Donald Shimoda, un antiguo mecánico que se define como un mesías y es capaz de lograr que las penas desaparezcan y que la imaginación remonte el vuelo.
Para ser mi primer libro de autoayuda, no me sentí de alguna manera todo un ser positivo y demás. La verdad es un libro un poco religioso a un Dios no especifica cual, pero si es una manera de mirar las cosas desde otra perspectiva, es una historia moralista, me gusto mucho el final, es muy breve y facil de digerir. Es una lectura rapida que te deja algo sin duda.
Me gusto mucho, es una linda historia y te deja pensando bastante. En la adolescencia había leído Juan Salvador Gaviota del mismo autor, y la verdad es que me marcó profundamente. Ésta vez no logró calar tan hondo en mi...o quizás en aquella época era mas impresionable, jeje. De todas formas, en un relato maravilloso que no te deja indiferente.
Refleja un espacio donde la imaginación no tiene límites. Un lugar donde sólo los elementos creados por la imaginación permiten al lector creer que lo puede todo.
¡Libro preferido de toda la vida! Tiene aventuras, pensamientos, frases preciosas y el estilo único que tiene Richard Bach para narrar algo.
Me sorprende Richard bach, siempre es grato leer sus libros, porque siempre tienen el toque de la aviación que tanto me apasiona, y en este libro en particular, se mando una joya que contiene sabiduría y misticismo, lo cual no esperaba.
No soy fanática de esta literatura, pero es un libro autorreflexivo con dejos de espiritualidad. Es importante mencionar que tiene frases interesantes para destacar como: «Enseñas lo que más necesitas aprender». «El vínculo que une a tu auténtica familia no es de sangre, sino de respeto y de goce mutuo. Es raro que los miembros de una familia se críen bajo el mismo techo».
"Y qué harías si Dios os hablará directamente y os dijera: Os ordeno que seáis felices mientras viváis? ¿Qué harías entonces?" —preguntó el Maestro a la multitud.
Escribir no me produce ningún placer. Si pudiera volverle la espalda a la idea agazapada en la oscuridad, si pudiera abstenerme de abrirle la puerta para dejarla entrar, ni siquiera cogería la pluma.
Aprender es descubrir lo que ya sabes. Actuar es demostrar que lo sabes.
Los interrogantes más sencillos son los más profundos. ¿Donde has nacido? ¿Donde está tu hogar? ¿A dónde vas? ¿Que haces? Plantéatelos de tiempo en tiempo, y observa cómo cambian tus respuestas.
Pero alguna que otra vez se produce una gran explosión: cristales, ladrillos y astillas atraviesan violentamente la fachada, y un personaje se yergue sobre los escombros, me agarra por el cuello y me dice dulcemente:«No te soltaré hasta que me pongas en palabras, sobre el papel»
El vínculo que une a tu auténtica familia no es de sangre, sino de respeto y de goce mutuo. Es raro que los miembros de una familia se críen bajo el mismo techo.