Muy pocas islas del Mediterráneo pueden disputar a Ibiza una popularidad que, durante las últimas décadas ha recorrido el mundo entero. Bohemios, artistas y representantes del glamour internacional han poblado una isla paradisíaca que, en muchos aspectos, permanece básicamente invariable, como el carácter de sus gentes y su arquitectura popular. A la isla suele llegarse por la ciudad de Ibiza o por Sant Antoni de Portmany, centros turísticos de una extraordinaria vitalidad que cuentan con una abrumadora oferta de ocio. Pero a poco que nos alejemos de estos centros, la tranquilidad de sus calas, la belleza de su paisaje y la amabilidad de sus gentes, domina la estancia del visitante. Como si habitaran en vías paralelas que sólo en ocasiones se cruzan en la calle, en el mercado, en el café o en la playa, dos sociedades muy distintas viven en Ibiza.