Es en las noches oscuras y silenciosas cuando te das cuenta de que, en verdad, el tiempo no borra nada. Nunca. Porque las historias se escriben entre ruidos y silencios. Y siempre hay alguien que las escucha. Alguien que las guarda en su corazón. Tal vez en su memoria. Alguien que, un día, entre susurros, las resucita.