Aunque siempre se consideró un escritor bilingüe, hasta ahora los libros que publicó Miguel Rojo estaban todos escritos en asturiano. Sin embargo, en revistas y periódicos había ido adelantando algunos de los cuentos que componen este conjunto de relatos escritos, en palabras del propio autor, con la idea de que se movieran por la dura cotidianeidad de la vida y acabaran por cruzar -en su desarrollo o desenlace- esa línea tan tenue y quebradiza que separa los hechos que se acogen a una explicación lógica, de aquellos que no. Así, una parte de los cuentos atraviesa claramente esa difusa línea entre lo real y lo menos real, mientras que otros, los escritos más recientemente, componen un retrato inteligente y vivo de nuestro tiempo. El libro comparte con los anteriores del autor la narración fluida, una imaginación sorprendente y el arte siempre difícil de saber contar y de atrapar al lector con cada una de las historias.