Es la noche de Halloween en Venus Cove. Después de los acontecimientos del curso pasado, Bethany y Xavier continúan su relación y están más unidos que nunca. ¡Tanto que incluso las amigas de Beth dudan de que sea sano! Hasta han conseguido que Ivy y Gabriel acepten a Xavier como para tenerlo cenando en casa noche sí y noche también. Además, las fuerzas demoníacas parecen controladas por la familia angelical hasta que en la fiesta que se organiza en una casona abandonada la noche de las brujas, se pone en marcha una sesión de espiritismo a la que asiste Beth. Asustada, una de las componentes del círculo huye cuando comparece un espíritu, dejando libre a la aparición y a los hermanos Church con un problema enorme: el mal ha vuelto para instalarse en Venus Cove.
Y la historia sigue teniendo a Beth y a Xavier al centro de esta romántica historia y lo bueno es que nos llevan a otro lado de la historia y no lleva al infierno, literalmente lo que le da un buen giro a la trama porque la hace más dinamica e interesante. Las descripciones que nos dan son muy acertadas y emocionantes para llevarnos a través de esa gran travesía.Sigue siendo una historia bonita y que te deja el corazón calientito pero al mismo tiempo trae a la mesa un tono negro y obscuro a la trama, así que todo se vuelve más interesante y si te lleva a querer leer más y más y ver a que nos lleva esta nueva trama.
Esta segunda parte me ha gustado un poco más que el libro anterior, en parte porque aunque si sigue siendo empalagosa la historia se vuelve más rápida, mas amena. Al parecer Alexandra trabajo más en esta historia que en la anterior porque ahora se enfoca más en los personajes y no tanto en los paisajes y así se vuelve más atractiva la historia. También me gusto mucho que le diera más participación a Molly con todo su carisma y su ingenuidad, me encanta este personaje. Creo que valdrá la pena leer la ultima parte de esta historia, porque me han dejado un buen sabor de boca y al parecer las historias van creciendo.
Me miré en el espejo y pensé que quiza Tuck tuviera razón después de todo. Tal vez tenía que dejar de pensar en esto como un sórdido acto de traición y verlo como el último acto de amor.