H.P. LOVECRAFT: CONTRA EL MUNDO, CONTRA LA VIDA

Nadie como Stephen King para definir en pocas palabras el contenido y alcance de H.P. Lovecraft contra el mundo, contra la vida, el ensayo de Michel Houellebecq que ha ocupado mi atención esta última semana: “Una mezcla extraordinaria de biografía empática, crítica perspicaz y militancia fervorosa: una especie de declaración de amor erudita, quizá incluso la primera “carta de un admirador” verdaderamente cerebral”. Y es que en verdad se trata de un texto escrito con la pasión de un admirador incondicional, pero no por eso el análisis que hace Houellebecq pierde objetividad, cualquiera que guste del horror cósmico, en particular, de la obra de Howard Phillips Lovecraft, verá expresadas aquí, con asombrosa propiedad, las razones para justificar ese amor preternatural por los miedos más íntimos y atávicos del ser humano, en tanto criatura insignificante e intrascendente en un universo tan vasto, tan oscuro y misterioso, que escasamente podemos comprender su origen, conformación y leyes de funcionamiento, varados como estamos en esta plácida isla de ignorancia que representa nuestra pobre civilización. Como lo afirma el señor King, la ficción extraña, la ficción del terror y lo sobrenatural, enfrenta al mundo tal y como es y a la realidad tal y como el mundo insiste en que debe ser, con una rotunda negativa, y sobre esta actitud beligerante de Lovecraft frente al orden establecido o presupuesto por nuestra sociedad, Houellebecq elabora un ensayo que conjuga elementos surgidos de su propia experiencia como lector y adepto, así como de un estudio a conciencia de su obra narrativa y, en especial, de su correspondencia. Los principales cuentos son diseccionados con ojo clínico, buscando en ellos las motivaciones estéticas, las circunstancias vitales, las convicciones e inhibiciones, los fracasos, los odios, creencias y repulsiones que llevaron a Lovecraft como persona y como escritor, hacia esos “grandes textos”, cumbres del terror material, textos en guerra abierta con la vida humana, entendida como algo sin sentido, como un simple accidente en el que las fuerzas primigenias del cosmos, desde su antiguo y desconocido caos, ni siquiera han reparado del todo, ya que de hacerlo, las consecuencias serían imposibles de imaginar. Houellebecq hace una lectura que facilita el acercamiento conceptual y teórico a la narrativa Lovecraftiana, insertando apuntes autobiográficos bien sistematizados y oportunos para la cabal comprensión de cuentos fundamentales como “La llamada de Cthulhu”, “El color que cayó del cielo”, “El Horror de Dunwich”, “En las montañas de la locura” y “En la noche de los tiempos”, entre otros. Quienes ya conozcan la obra del recluso de Providence, disfrutarán de una visión más completa, enriquecida por conclusiones acertadas y originales sobre la génesis y estructura de los mitos; de igual forma, el ensayo es un mecanismo accesible de introducción a este corpus narrativo, que, para muchos, entre los cuales me cuento, es la columna vertebral del horror cósmico como género literario. Las citas y el estudio de la correspondencia que Lovecraft mantenía con su círculo literario y personal, son tal vez el aspecto más relevante e innovador de esta biografía analítica; había leído antes prólogos excelentes como el que escribe Rafael Llopis para la recopilación de Alianza Editorial titulada “Los mitos de Cthulhu, Lovecraft y otros”, pero no es excesivo decir, que hasta ahora, ningún ensayo supera en claridad, documentación e intensidad expresiva al de Michel Houellebecq, ninguno es capaz de profundizar con semejante magnitud en ese universo caótico, contradictorio, angustioso, sombrío y sin esperanza que el gran soñador dejó para la posteridad, como evidencia indiscutible de que no somos más que polvo en medio de los eones. Stephen King agrupa en un solo párrafo los varios subtítulos que Houellebecq utiliza en el libro, como síntesis de un consejo literario para jóvenes lectores y escritores de lo extraño; esta suma que involucra la totalidad de las “técnicas de ataque sugeridas”, demuestra en sí misma la riqueza de su contenido: “Acometed el relato como un radiante suicidio, pronunciad sin desmayo el gran No a la vida; entonces veréis una poderosa catedral, y vuestros sentidos, portadores de indecibles desórdenes, trazarán el esquema de un delirio integral que se perderá en la innombrable arquitectura de los tiempos”.

Simplemente diré que si alguien que no ha leído a Lovecraft me pide que le recomiende algún texto para leerlo, lo primero que hiciera es que lea este texto de Michel, es relativamente corto pero preciso para entender la vida del escritor y como esta influenció en el la mitología de horror cósmico.