Todo parece confabularse para condenar a los ingleses a una vida particularmente dura: densas nieblas, lluvias perpetuas, una gastronomía que conseguiría provocar el pánico a cualquier estómago sensible... Que intenten evadirse de todo ello con pequeñas excentricidades como conducir por la izquierda o contemplar las peripecias de su pintoresca familia real, se debe a una mera cuestión de supervivencia.