En principio, Goodbye Buenos Aires es la historia del padre del autor, tal como le fue contada. Pero la lectura pronto abre horizontes múltiples. Por una parte, la trayectoria entre heroica y patética de Douglas Noel, un inmigrante escocés, se vuelve palpable, inmediata y personal. Por otra, sus movimientos geográficos y anímicos van provocando encuentros con personajes imprevisibles -de Arlt a Girondo, de Evita a Furlong-, más un elenco abundante de amigos, prostitutas y actores secundarios plantados con la firmeza recordable de un camafeo. El fresco colorido de una época y un sector preciso (la comunidad inglesa en su despliegue y posterior repliegue), está sostenido por datos precisos de la historia argentina menor y mayor. Por su espesor, el texto se ajusta a la cita de Christopher Isherwood que lo inicia: 'No veo mucha diferencia entre una autobiografía y una novela'. La biografía filial de Graham-Yooll evoca la misma sensación fascinante.