Final de la trilogía Caballo de fuego, una apasionante historia donde el espíritu humano trata de imponerse en un mundo presa de la violencia y el terrorismo, aunque también lleno de bondad y solidaridad. "Él es un señor de la guerra. Ella, una luchadora por la paz." Matilde y Eliah han vuelto a separarse. En el Congo, sus esperanzas de una vida juntos se desvanecieron al ritmo de los celos, las circunstancias hostiles y las bajezas. Matilde, cirujana pediátrica, se refugia en su pasión: el trabajo humanitario que lleva a cabo para la organización Manos Que Curan. Su nuevo destino es la Franja de Gaza, el territorio más densamente poblado del mundo, donde la consigna diaria es sobrevivir. Eliah Al-Saud se impone olvidar a Matilde y acabar con la obsesión que lo ata a ella. En Bagdad, por su parte, Saddam Hussein da los últimos retoques para alcanzar su sueño: convertir a Irak en una potencia nuclear. Y en esta carrera diabólica, Matilde y Eliah se convertirán en piezas clave, debiendo emplearse a fondo no sólo para evitar una catástrofe mundial sino también para salvar la propia vida.
Lo más difícil de vivir en Gaza es levantarse por la mañana y tener ganas de seguir viviendo.
Alguien tiene que acabar con la violencia. En algún punto, alguien tiene que perdonar y decir basta. De lo contrario, el odio sigue, y la gente sufre.
La guerra, es un cáncer que se devora todo. Ni siquiera los victoriosos salen incólumes. Hay que evitarla a como dé lugar.
Nuestra necesidad de identidad nos enceguece, nos hace temerosos de aquello que es distinto, cuando en verdad, somos iguales en esencia, todos con la misma alma. La identidad justifica los males, hasta el de la guerra.