Empapado de vitalismo ligado a la cultura y las costumbres de Bahía, es una celebración de la existencia y del humor. Cuando Gabriela, una hermosa mulata analfabeta, llega a Ilhéus, ciudad del estado brasileño de Bahía, huyendo del campo y de la miseria, se desencadena un divertido cúmulo de pasiones humanas en un abigarrado marco rebosante de sabores, colores y olores.
Influenciado por haber visitado Ilhéus, que es donde se lleva a cabo esta historia, me pareció una fascinante novela. No tiene puntos bajos, siempre me mantuvo prendido a ella. Novela de época, bien narrada y con personajes entrañables: imposible no enamorarse de Gabriela. Como dato colorido, el bar Vesubio tiene en una de sus mesas una estadía de su autor.
"—El amor no se prueba ni se mide. Es como Gabriela. Existe, eso sí —dijo Juan Fulgencio. El hecho de que no se comprenda ni se explique una cosa no acaba con ella. No sé nada de las estrellas, pero las veo en el cielo; son la belleza de la noche".
Historias como aquélla, de amor ilícito y venganza mortal, con detalles tan suculentos - medias negras, Dios mío! - no ocurrían todos los días.
El Doctor no era doctor, el Capitán no era capitán, como tampoco eran coroneles la mayor parte de los coroneles.
Gabriela sintió un escalofrío : estaba muy bien dormir con un hombre, pero no con un hombre viejo a cambio de casa y comida, vestidos y zapatos, sino con un hombre joven, dormir por gusto, con un mozo fuerte y guapo como el señor Nacib.
Atrasados e ignorantes, incapaces de comprender los nuevos tiempos, el progreso, la civilización, esos hombres ya no pueden gobernar...