FUGA SIN FIN

Casi más un estudio sociológico novelado sobre aquellos años que expulsaron para siempre de nuestro mundo, de europa, lo que quedaba aun de distinto, decadente sí, pero distinto. Lo sustituimos por la estupidez aumentada, el puritanismo hipócrita, el consumismo absurdo. Y al fin todos hablan y visten y hacen lo mismo, en todas partes... y yo me abrumo leyendo a un europeo de antes, y parece avisarnos. Pero nadie escucho a nadie y aquí estamos, aun sordos y ciegos dejándonos conducir y dormir acunados.

Un narrador de nombre Joseph Roth cuenta la vida de su amigo Franz Tunda: teniente del ejército austriaco durante la primera guerra mundial, que cae prisionero en el frente oriental, logra escapar y se refugia en la estepa bajo la protección de un solitario y viudo cazador. Tunda intenta regresar a su patria y hace una larga caminata de seis meses hasta que nuevamente es capturado, pero esta vez, por las tropas bolcheviques a quienes se une para pelear contra los rusos blancos en la guerra civil. Como parte de los triunfadores, y bajo una falsa identidad, Tunda se hace de una amante (una revolucionaria) y luego contrae matrimonio con una mujer casi autista, volviéndose en funcionario público bajo el régimen bolchevique. En un rapto de tristeza y añoranza, deserta de la joven URSS bajo el manto protector del consulado austriaco y vuelve a su país. Hasta aquí la novela es pura aventura, atrapa al lector, la obra se vuelve adictiva, la novela tiene ritmo y un fraseo flaubertiano muy bello. La segunda parte de la novela pierde fuerza, encanto, se vuelve discursiva, tambaleante, con un protagonista que es un espectro, parado en medio de una Viena, de un Berlín y un París tan espectral como el protagonista. Lo discursivo me hizo recordar a un aburrido Sándor Márai. El penúltimo capítulo le ofrece una ilusión al lector: el narrador nos hace creer que el protagonista podrá retomar su identidad perdida, volver a la estepa donde de alguna manera fue feliz, pero no, lo deja vagar como un inútil por un París de folletín. Nunca había leído una novela que entusiasme y decepcione de manera tan radical y por partes tan iguales.