Chu Ming Ho, magnate oriental de la higiene íntima femenina, tiene problemas de mujeres: una tras otra, hasta cuatro terminan por abandonarlo. Lleno de resentimiento, inventará una compresa con un poder irrefrenable: el de convertir a todo el bello sexo en una destructiva máquina erótica, capaz de dejar a los hombres convertidos en un guiñapo herido y lloroso.