¿Qué tienen que ver Borges y las ensoñaciones de un niño con la pirula tiesa? Y Descartes, ¿tiene realmente algo en común con una visita al odontólogo? ¿Es posible que Abelardo (o su doble) sufriera halitosis, y que Eloísa (o su doble) lo amara igual? ¿Estaba Einstein realmente loco? ¿Habría algún modo de decirlo todo con dos palabras? ¿Existen de verdad escritores de estilo puntiagudo y circunciso? ¿En qué consiste eso que llamamos poesía métrica? Y la crítica, y Bolaño, ¿qué tienen que decir de todo esto? FrICCIONES es, en efecto, un impecable puzzle literario en el que todas las piezas deben encajar al final, donde la unidad de estilo es precisamente la diversidad, la fragmentación y la polifonía, practicadas con un endiablado sentido del humor, una finísima ironía y una envidiable inteligencia, todo ello digno del mejor Perec. Pablo Martín Sánchez conforma así un collage en el que cada relato está íntimamente ligado con los otros a partir de la idea de que escribir es reescribir y friccionar con otras lecturas. Todo lo demás probablemente sea plagio.
Fue lo primero que leí de Pablo Martín Sánchez y se convertido en uno de mis autores favoritos. Me encanto su forma de narrar distintas historias y sus juegos con la literatura y la ciencia. La mayoría de los cuentos los recuerdo con mucha claridad después de años de haberlo leído y me siguen encantando. Y es que a este escritor le preocupa la forma de sus textos y los juegos que pueda crear a través de la ordenación, los signos de puntuación y algunas teorías científicas. Por eso seguramente sea el único español miembro de OuLiPo (Ouvroir de littérature potentielle, taller de literatura potencial en castellano), un grupo de experimentación literaria formada por escritores y matemáticos de habla francesa.