Formas de volver a casa habla de la generación de quienes aprendían a leer o a dibujar mientras sus padres se convertían en cómplices o víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet. Alejandro Zambra muestra el Chile de mediados de los años ochenta a partir de la vida de un niño de nueve años. El autor apunta a la necesidad de una literatura de los hijos, de una mirada que haga frente a las versiones oficiales. Pero no se trata sólo de matar al padre sino también de entender realmente lo que sucedía en esos años. Por eso la novela desnuda su propia construcción, a través de un diario en que el escritor registra sus dudas, sus propósitos y también cómo influye, en su trabajo, la inquietante presencia de una mujer. Con precisión y melancolía, Zambra reflexiona sobre el pasado y el presente de Chile. Formas de volver a casa es la novela más personal de uno de los mejores narradores de las nuevas generaciones. Un libro que ratifica lo que Ricardo Piglia ha dicho sobre el autor: «Un escritor notable, muy perceptivo frente a la diversidad de las formas.» «Zambra ha optado por escribir la novela de los hijos de la dictadura. El juego metaliterario y autobiográfico recuerda al mejor Coetzee» (Ignacio Echevarría). «Sus tres novelas conforman efectivamente un estilo propio y triunfador, pero más importante aún, dan pie a una obra perdurable, estabilizada y atractiva» (Juan Manuel Vial, La Tercera, Chile). «Un magnífico lenguaje, a la sombra de Carver (precisión, tristeza, crueldad, ternura)» (Joaquín Arnaíz, La Razón).
Destaco la cadencia del ritmo narrativo, y con seguridad este libro será encantador para muchos, mas no para mí. Yo necesito que me cuenten una historia, necesito una trama y en caso de no tenerla, el escritor debe ser tan hábil de aún así poder atraparme. Zambra nos cuenta partes de su infancia, partes de su presente, enlazando ambas etapas con un mismo acontecimiento importante, terremotos mayores en Chile. Me gustaría leer otros libros del autor, algo no autobiográfico.
Forma y estilo se conjugan, como las muñecas rusas, para contar una historia que contiene otra historia dentro, y a su vez, dentro de esta, otras más.
¿Qué formas tiene el recuerdo de manifestar su influencia en el presente? El impacto que tienen los acontecimientos que sucedieron en la infancia, ¿le debe más a la imaginación o a la memoria? En esta breve y sencilla novela, la tercera del autor antes de alcanzar su plenitud con 'Poeta chileno', recurre a la propia biografía para recrear una etapa convulsa en la historia reciente de Chile, la dictadura pinochetista. La narración, en primera persona, alterna dos tramas, coincidentes con dos etapas vitales: los años de la infancia, donde acontecen los hechos decisivos, y los años del presente adulto, marcados por el insomnio, la escritura y el confuso recuerdo que le trae esa época. Quiere traerlos de nuevo a la memoria porque siente un vacío, una identidad rota que pretende reconstruir, sin sospechar que ahí comenzará otra historia que unirá pasado y presente. Todo empieza una noche cuando un terremoto interrumpe el sueño de una pequeña comunidad de Maipú. Mientras los vecinos salen de sus casas y se reúnen en la calle, un niño de 6 años observa perplejo las reacciones de los mayores y el estado de excitación que le rodea. De pronto, Raúl, un vecino que hace poco llegó solo al barrio, aparece en compañía de una mujer y una niña que nunca había visto. La niña, algo mayor que él, despierta su interés de inmediato, y tras un encuentro en los días sucesivos, le encarga una importante misión: vigilar a su tío Raúl e informarle de cualquier movimiento que ocurra en la casa. A partir de ese momento, su pequeño mundo se ensancha, atreviéndose a superar los límites impuestos por sus padres, cediendo espacio al descubrimiento del misterio y al agridulce influjo de la sensualidad. Una etapa que lo va a cambiar todo, ayudándole a tomar conciencia de sí mismo y de su lugar en el mundo.
Esta novela se puede resumir como "una historia de actores secundarios". Desazón, insatisfacción y realismo encontramos en sus páginas. El autor hace y deshace en este relato, tomándose libertades que se convierten en aciertos a mi parecer. Una novela entretenida e interesante de leer por su contexto político/histórico
Zambra sigue una línea muy transitada por él en sus libros; diluir al paso de sus páginas la historia entre la ficción y la biografía. Últimamente ese tipo de género literario ha sido muy manido en las industrias editoriales. Personalmente me gustan cuando tratan en sus historias las formas de su escritura, sus ambiciones literarias y las recomendaciones implícitas en su prosa. Sin embargo, ¿hasta cuando un autor puede recorrer el mismo sentido sin agobiar a sus lectores?, pienso en Haruki Murakami que es cómo si estuviera escribiendo siempre otro capitulo de sus novela eterna -aunque, sus cuentos siempre serán mejores-. Quizás aquí debería escribir sobre la novela, lo siento, pero estas palabras anteriormente dichas han sido lo primero que se me ha pasado por la mente al cerrar el libro. A veces la historia no importa tanto, sino las formas.
Un libro corto de fácil lectura. La prosa del autor es sencilla, pero bien cuidada; en su forma de relatar logra mantener el intereses del lector. Un viaje de instrospección, relatos que consisten en breve recuerdos y situaciones que recorre desde el terremoto de 1985 al del 2010, Mostrandonos un poco de esa generación que creció en dictadura. Recomendable
Era como si quisiera perderme por alguna calle nueva. Perderme absoluta y alegremente. Pero hay momentos en que no podemos, no sabemos perdernos.
Ahora pienso que es bueno perder la confianza en el suelo, que es necesario saber que de un momento a otro todo puede venirse abajo.
El pasado nunca deja de doler, pero podemos ayudarlo a encontrar un lugar distinto.
La noche caía sobre ese cuello prohibido que yo miraba cada vez más concentrado, como si fijar la vista me liberara de la fuga; como si mirar intensamente me protegiera. (I. Personajes secundarios)