Estamos en la Francia de la “Monarquía de Julio”, esto es, bajo el reinado de Luis Felipe I, quien ocho años más tarde sería desalojado del poder por otra revolución. Balzac cita en su texto a reconocibles personalidades y políticos del momento –por lo general, con ánimo crítico y zumbón-, pero, ciertamente, su ensayo se mantiene bien vigente, pues, realidad o no, responde al imaginario colectivo –hecho de tópicos y de criterios fundados- sobre el funcionariado y su proceder. Entre el costumbrismo, el realismo, el humor caricaturesco y las excursiones surrealistas y kafkianas, ya hay una amplia literatura sobre el comportamiento funcionarial, la vida oficinesca y administrativa y la pasión burocrática por el requisito y por el papeleo. Extracto de Manuel Hidalgo, publicado en "el Cultural" el 21/06/2018
Es un análisis ácido y sarcástico sobre la Administració francesa del momento contemporáneo del autor (muy parecida a la actual en cualquier país) con una descripción de un elenco de personajes que aún hoy se pueden encontrar en las oficinas administrativas. También se describe la inoperatividad de la burocracia y la gran distancia entre la decisión política y la ejecución administrativa de esa decisión. La lectura es ligera y en ocasiones con toques evidentes de humor en los que el autor es un maestro
(El Secretario particular) Su papel es el compromiso, es el Pílades del ministro, lo halaga y lo aconseja, obligado a halagar para aconsejar, a aconsejar mientras halaga y a disfrazar el halago bajo el consejo
Como el Estado paga muy poco a sus funcionarios, los funcionarios están obligados a tener una existente doble, a hacer dos cosas, dividirse entre la administración y otro trabajo; de manera que los asuntos se dilatan, van lentamente, y no puede ser de otra manera.