Esta novela recoge las vivencias de Félix, un hispano-lusitano en el siglo III. A lo largo de la narración nos encontramos envueltos en el anárquico periodo del primer milenio del Imperio romano; cuando la presión de los bárbaros comienza a resquebrajar los «limes» y los emperadores se sucedían vertiginosamente unos a otros.
La historia nos habla de unos acontecimientos concretos pasados en el Imperio Romano en una época determinada (s. III dc). Narrados en primera persona a través del personaje principal, Félix de Lusitania. La narrativa es fluida y de lectura ligera. Los saltos cronológicos son abismales y, dicho sea de paso, son saltos de mata. Pues aparte de ser una trama lineal, las deja casi podría decirse que inconclusas, o finiquitadas de mala manera, sin enfatizar en sensaciones. A la trama en general le falta madurez. Lo mismo le ocurre a los personajes. Pasan sin pena ni gloria. Pívotan en la trama sin llegar a tener más protagonismo que el necesario para que la historia no decaiga (más). En definitiva, una obra bastante descafeinada, donde se presumía una buena taza de café. Si vas a leer este libro, disfrútalo.