En el comienzo de la segunda década del siglo XXI, en el cuarto año de la crisis más profunda y devastadora que vive Occidente desde el crack del 29, un poemario como éste cobra un sentido complementario, que va más allá del propio acto creativo. Es, en el fondo, una guía emocional, una invitación a no resignarse, una apuesta por conectar poesía y vida, poesía y política, poesía y acción transformadora.