Los virus no entienden de fronteras ni de clases sociales. No hemos parado de escuchar esta frase como un mantra, como una aventura mágica en la que los virus surgen de un espacio neutro, llegan, infectan y desaparecen. Pero es falso. La peste, la tuberculosis, el SIDA, el ébola, la malaria y, recientemente, la COVID-19, nacieron en contextos políticos y económicos concretos e impactaron de forma diferencial sobre los grupos sociales.