Uno de los grandes sueños de Colin Thubron era viajar libremente por el inmenso territorio de la hoy extinguida Unión Soviética. Así, aprendió ruso y entró en el país en un vetusto Morris Marina con el que recorrió más de quince mil kilómetros entre el Báltico y el Cáucaso. A su paso por los centros urbanos de Leningrado, Moscú o Kiev fue conociendo a personajes tan variopintos como aquellos que salían a su encuentro en las recóndidas aldeas de las blancas estepas del norte.