El fin del ordenamiento foral de los territorios de la Corona de Aragón, tras el triunfo de las armas borbónicas en el conflicto sucesorio, supuso la imposición del concepto de la España vertical, aunque no la anexión a la Corona de Castilla de los antiguos reinos de Valencia, Aragón, Mallorca y del principado de Cataluña, como pretende cierta historiografía nacionalista.