El territorio elegido para esta historia es la selva amazónica venezolana, ya descrita por los naturalistas ingleses del siglo diecinueve como una zona de infinitos peligros y fascinantes maravillas, la tierra de los feroces indios yanomami y sus mortíferas flechas impregnadas en curare, y también de pirañas, anacondas, jaguares y peligrosas enfermedades tropicales.