Cuando los diversos sabores dejan de oponerse unos a otros y quedan contenidos en la plenitud, aparece lo insípido, cuyo mérito es darnos acceso al fondo indiferenciado de las cosas y cuya neutralidad misma expresa la capacidad inherente al centro. En esta fase, lo real deja de hallarse ´bloqueadoª en manifestaciones parciales o demasiado llamativas y lo concreto se vuelve discreto para abrirse a la transformaciÛn.