La figura de ÉMILE ZOLA (1840-1902) ha pasado a la historia de la literatura no sólo como fundador y teórico del naturalismo, sino también como vigoroso narrador del ambiente social y político de su época. En la extensísima serie denominada «Los Rougon-Macquart» recrea el clima histórico y social del Segundo Imperio francés de Napoleón III, utilizando como hilo conductor las vidas de los diferentes miembros de dos ramas familiares, determinados por los rasgos fisiológicos de un linaje común. Tercera entrega de esta serie tras «La fortuna de los Rougon» (L 5685) y «La jauría» (L 5694), EL VIENTRE DE PARÍS –que, al igual que las demás, mantiene el carácter de obra autónoma– tiene como bullicioso y palpitante escenario el gran mercado de Les Halles, proyectado para proveer de alimentos a la gran ciudad. Huido del penal de Cayena, el republicano Florent va a parar a él, acogido por su hermanastro Quenu. Mas su práctica y ambiciosa cuñada Lisa Macquart no verá con tan buenos ojos esta nueva situación.
"París, semejante a un lienzo de cielo estrellado caído en un rincón de la negra tierra, le pareció severo y como enojado por su regreso."
"Mientras ella lo miraba amistosamente, con su cara tranquila, él estaba feliz con aquel olor sano de los campos que ella le traía, entre los malos efluvios del Mercado. Olía a tierra, a heno, a aire libre, a cielo abierto."
"Y Claude, que seguramente se había olvidado de cenar la víspera, presa de cólera al verlas tan rozagantes, tan honorables , con sus gruesos pechos, se apretó la faja, gruñendo con voz enojada : «¡ Qué bribonas, las personas decentes!»."
"Y acababa explicando la absoluta necesidad de la religión que tiene la mayoría; la consideraba como una policía que ayudaba a mantener el orden, y sin la cual no había gobierno posible."