Thomas Tracy tenía un amigo imaginario; un tigre que en realidad era una pantera negra. Su tigre le acompañaba allí donde iba y sólo él podía verlo. Pero tuvo un desengaño amoroso que lo llevó hasta California. Varios años después regresó a Nueva York y se dio cuenta que el tigre era real. De esta manera nos habla Saroyan sobre el amor, el alma humana y la importancia de creer, no sólo con la mente, sino también con el corazón.