Helena viaja a Galicia, a las tierras frondosas donde transcurrió su niñez. Busca, casi demanda, las razones de un hombre que acaba de dusoarse un tiro en la sien. Su nombre era Carlos. Juntos construyeron casetas de madera, nadaron desnudos en el río y aunque ambos trataran de ocultrarlo, se amaron desesoeradamente. Pero las viejas paredes de la casona familiar guardan demasiados secretos...