Han pasado doce largos y sangrientos años desde que Artor fue coronado rey de los britones. Muchas cosas han cambiado y el soberano centra todos sus esfuerzos en la construcción de la fortaleza de Cadbury Tor, donde empieza la leyenda de Camelot. Artor se halla en la cumbre de su reinado, pero empieza a ver cómo su poder empieza a debilitarse y a descomponerse sureino. Su segunda esposa, Wenhaver (Ginebra), tampoco le traerá la paz que busca. El mal mina el corazón del reino. ¿Debería actuar de forma inmediata y parecida a como lo habría hecho el despótico Uter Pandragón o debe dejar que el mal siga su curso y que el paso del tiempo lo borre todo?
Este libro es muchísimo mejor que el primero. Aquí vemos a Artur siendo rey soberano, siempre a la sombra de la crueldad de su padre. Vemos al hombre que va perdiendo a sus mejores amigos, su círculo de confianza se reduce drásticamente. Ve la decepción en los ojos de su muy querido mentor y la estupidez creciente de su esposa. El rey va menguando lentamente y el hombre en él, también.