El punto es una historia que me llevó a reflexionar en el poder que tenemos los maestros para influenciar no solo en la menta, sino también en la vida de nuestros estudiantes, está no es una historia infantil más, es una realidad que se vive en las aulas día tras día desde párvulos hasta que llegan al último grado. Somos testigos del espíritu creativo y de cualquier forma de expresión que tienen los peques y los más grandecitos, que los hace tan auténticos y felices, pero en la medida que avanzan en su escolaridad esa llama que hay en su interior se va apangando, muchas veces solo necesita que la soplemos un poco para que vuelva a avivar, mostrando así el potencial y el talento que aún hay dentro de cada uno de ellos. Podemos encontrar diversas razones por las cuales ellos sientes que no pueden emprender el vuelo, como el miedo a equivocarse, a que los critiquen, que se burlen de ellos, a que les digan que no saben hacer bien las cosas, que no se hace de esa manera sino de otra, haciendo que ellos duden de sus creaciones. Es fundamental el rol que desempeñamos como maestros y como padres para que ellos confíen en sus capacidades y construyan una autoestima sobre bases sólidas. Esto posibilita que en nuestras sociedades encontremos adultos que sean valientes y no tengan temor al fracaso.