"El enfoque del zen es de inmediatez, pero por eso mismo puede tender un puente entre pasado y presente. Puede tender un puente entre muchas cosas: el pasado y el futuro, puede unir Oriente y Occidente, el cuerpo y el alma. Puede tender un puente entre los mundos irreconciliables: este mundo y el otro, entre el mundano y el sagrado". Osho
Jesús hizo una afirmación tremendamente ZEN: "No juzgarás". Pero el añadido "para no ser juzgado" la vació de valor, convirtiendo un destello de sabiduría en una transacción comercial. Lamentable. Así empieza este maravilloso libro. Así es el Zen: no juzga ni evalúa ( es libre de juicios de valor); no es perfeccionista ( por eso te libra de cualquier neurosis, en especial de las neurosis disfrazadas de religiosidad). En el Zen el cambio y la transformación llegan con la comprensión, no con la imposición. No impone carácter. No hay "deberías". Te cambia aunque no le preocupa el cambio. Al Zen no le interesa transformar a nadie, pero te transforma: aquí su paradoja. Apunta a la disciplina interior, no a la exterior cargada de normas y reglas. En el Zen no hay credos ni dogmas ni escrituras ni teologías, hasta se guarda absoluto silencio sobre Dios. Parábolas, anécdotas, cuentos y respuestas a preguntas de discípulos permiten comenzar a COMPRENDER: ni para entender, ni para explicar, ni para razonar ni para pensar. Para vivir el aquí y el ahora desde la conciencia.