El Príncipe Feliz y otros cuentos de Oscar Wilde, ilustrado por Walter Crane y Jacomb Hood, se publicó en 1888, en la editorial David Nutt de Londres. La obra, recibida con excelentes críticas, continuó reeditándose, año tras año, hasta nuestros días.Hoy quedan pocos ejemplares de aquella primera edición de finales del siglo XIX, que contó con una serie limitada de setenta y cinco libros signados por el autor y el editor y que permitió la realización de esta nueva edición de Libros del Zorro Rojo, con la bella traducción de Julio Gómez de la Serna.«Es deber de todo padre escribir cuentos de hadas para sus hijos», dijo Wilde tras crear estos relatos para los suyos, y también «para los adultos que aún mantienen las facultades, como los niños, para el asombro y la alegría, y que encuentran en la sencillez una sutil extrañeza».
Conozco un poco mas de Oscar Wilde. No deja de notarse su ingenio y su sarcasmo social, esta vez con un toque de dulzura. Ideal para leerselo a los mas pequeños Historias muy bellas y reflexivas. Lo recomiendo.
Un libro muy corto, sensacional, triste, reflexivo y con una enseñanza para todos los seres humanos.
¡Cuánta humanidad hay en este relato! El simbolismo del príncipe-estatua, cubierto de oro, pero condenado a ver desdicha a su alrededor y sufriendo de forma constante por no poder hacer nada para contrarrestar tanto dolor. Su arrepentimiento y vergüenza por no conocer la verdad y su salvación que llega del cielo: una humilde y generosa golondrina. Todo es poético, con una sensibilidad sublime. El desarrollo de la historia está impregnada con pequeños pero importantes detalles en la relación de la estatua y el ave que siempre consiguen emocionarme. No hay vez que este cuento no me haga llorar. Es como abrir un grifo. Y el final... perfecto. Una pequeña gran obra maestra de la literatura, disfrazada de humilde cuento.
El príncipe en vida, fue muy feliz, y como lo dice el autor: Óscar Wilde, el placer es igual a la dicha; el príncipe nunca miró más allá de su zona de confort y una vez muerto, y puesta su estatua en lo alto de la ciudad, se dio cuenta de que también había vivido rodeado de hambre y de miseria, hubiera querido él, haberse dado cuenta antes, pero era tarde.